Poderes terrenales anthony burgess pdf




















No pareci avergonzarle lo ms mnimo su ignorancia del martirologio ingls. Bueno, en fin, eso es sin duda muy interesante. Pero es el otro asunto lo que nos preocupa. Tena razn.

La precisin conservadora del confesonario frente a la tendencia a divagar del escritor. Y, por supuesto, desearle a usted de nuevo un feliz cumpleaos y brind por m, con una sonrisa obesa. Yo brind tambin en mi honor, distrado. Segn Monsignor O'Shaughnessy, se dice que usted dijo en una entrevista o en algn sitio que no haba ninguna duda de lo del milagro. Que fue usted testigo del mismo. As que quiero ofrecerle todas las facilidades para que pueda sentarse, escribir, hacer una pequea Toc una concertina invisible durante dos segundos.

Qu dominio tiene usted de la lengua. Lo habitual. Piense en su compatriota Toms Moro, un hombre universal. Juana de Arco. Qu quiere decir con eso de que me va a ofrecer usted todas las facilidades? Tengo papel, pluma, un poco de memoria.

Bueno, creo que ya s lo que quiere decir. Que no debo posponerlo. Que hay que pincharme. La santificacin es un asunto urgente. No, no, no. Debe tomarse usted todo el tiempo que necesite. Le sonre, contemplando mi angulosa severidad en el viejo y bello espejo que haba sobre la barra, una verdadera antigedad que anunciaba el whisky Sullivan. As que yo, que no creo en los santos, he de colaborar en la fabricacin de uno.

Muy seductor. Extrao, para utilizar su propio trmino. Todo consiste, en realidad, en definir los hechos. No importa siquiera que utilice usted o no la palabra milagro. Basta con que diga que vio algo que no poda explicarse por medios normales. Pareca que empezaba a aburrirle ya su misin, pero, de pronto, una chispa de inters profesional anim sus ojos castaos y burlones.

Y sin embargo, no hay duda de que milagro es la nica palabra posible para designar lo que se ve claramente que sucede pero no puede explicarse, salvo, salvo Por la intervencin de una fuerza que est al margen del sentido comn o de la ciencia. S, s, admite usted eso? En absoluto. El mundo fue en tiempos todo l un milagro.

Luego, todo empez a explicarse. Y con el tiempo, todo se explicar. Es slo cuestin de esperar. Salvo eso. Fue en un hospital, no? Y los mdicos haban desahuciado ya a aquel individuo? Sucedi hace mucho tiempo dije. Y no s si usted, si Su Gracia lo entender, pero los escritores suelen tener dificultades para definir lo que pas realmente y lo que imaginaron que pas.

Nos ganamos la vida mintiendo. Esto, como puede usted suponer, no nos hace buenos creyentes Y eso nada tiene que ver con la fe. No segu; percib que se me empezaba a quebrar la voz con aquella palabra. Aaaah suspir l. Pero habr otros testigos aparte de usted. Individuos que no se ganen la vida mintiendo.

Lo que pretenda ser mero eco de mis propias palabras adquira en su voz un tono de pecado frvolo. Si puede usted conseguir testigos continu, mucho mejor. Hay hombres duros, sabe, que deben fingir que no quieren la canonizacin. Se les llama los abogados del diablo. Esto pareca tambin algo terrible. Dios santo, fue hace tanto tiempo. Creo honradamente que sera mucho mejor que recurriese usted a alguna campesina vieja de esas que visten de negro.

No hay prisa dijo l. Vaci su vaso, se levant. Me levant tambin. No puede obligrsele, claro. Debe usted considerarlo; considerarlo por lo menos. Eso es todo. Luego, seal con el anillo arzobispal la galera de fotos en que apareca yo con los grandes. Veo dijo que l no est ah. As que le haba echado un vistazo, haba hecho una parte de los deberes.

De un modo chapucero, como cuando se hacen a toda prisa en el colegio mismo, justo antes de que entre en clase el profesor. Haba estado buscando una foto en que apareciesen juntos Voltaire y Cristo, sonriendo, rodeados de artistas y actrices ateos. Eso dije, con melindrosa precisin es una galera de retratos secular.

Aunque puede ver usted all a Aldous Huxley. Y seal la foto en la que aparecamos yo ceudo y el mescalnico santo ojipirado muy sonriente. S, s, ya. Pareca no haberme odo. Contemplaba por el ventanal la escena del jardn: el padre Azzopardi y Geoffrey tomaban t en una mesita bajo un parasol blanco, Geoffrey hablaba y gesticulaba muy animado, el padre Azzopardi cabeceaba, tragndoselo todo. Estos jvenes dijo Su Gracia.

Y luego, dndome con un dedo en las costillas con mucha familiaridad aadi: Ya le digo, sin prisas. Pero aun as, por favor, considrelo un asunto urgente. Una de esas contradicciones tan propias del pensamiento religioso, siendo como es Dios igual de grande que Walt Whitman. Los jardineros le besaron el anillo, las criadas le besaron el anillo. Joey Grima, el cocinero, le bes el anillo. Al no se lo bes, pero fue obsequiado con un cordialsimo apretn de manos y una ltima gracia semtica.

Y cuando Geoffrey y yo escoltamos a Su Gracia hasta su Daimler que estaba aparcado junto al garaje de Percius, pues la Triq Il-Kbira era estrecha y mi casa no posea patios delanteros , muchos habitantes del lugar acudieron corriendo a besarle el anillo: las dos hermanas Borg de la tienda de ultramarinos de la esquina, todo el personal de la comisara de polica de enfrente, un anciano regordete, ateo declarado, de gorra plana que, cubierto de polvo, pareca una especie de efigie recin exhumada del pasado paleoltico de Malta, atribulados nios forzados a ello por sus madres, hasta los conductores y cobradores de tres autobuses que convergan all y cuyo paso haba bloqueado el Daimler al salir.

Despus de aquello, se me respetara mucho ms en Lija e incluso en las vecinas Attard y Balzan. Al brigadier retirado del final de la calle que, segn me haba dicho Geoffrey, me despreciaba considerndome un individuo que se haba hecho rico escribiendo cuentos indecentes, no le honraban con visitas arzobispales.

Geoffrey estaba dicindole, demasiado alto, al padre Azzopardi: Podramos organizar una proyeccin privada para usted. Tenemos aqu todos los elementos necesarios. Nunca lo ver en los cines pblicos, pero, por amor de Dios, no se lo diga al arzobispo.

El padre Azzopardi rea con un entusiasmo estremecedor. Su Gracia me dijo: En fin, me agradar mucho ver su deposicin. Un maestro de la lengua inglesa.

Feliz cumpleaos una vez ms. Y, por favor, dgale a su joven amigo que tenga cuidado. No se poda andar en bromas, pues: no se le escapaba ni un detalle.

El padre Azzopardi subi al coche, delante, con el chfer. Su Gracia hizo un gesto. Pobre cerdito dijo Geoffrey cuando volvimos a casa. Le expliqu todo lo de los sacerdotes y las monjas copulando en pantaloncito corto en Estados Unidos. Es inocente como un corderillo. Bueno, cul era el motivo de la visita? Lo que haba supuesto; he de colaborar en la canonizacin del difunto Papa. Ay, Dios mo, Dios mo, Dios Santo querido. Dios nos asista. No seas imbcil, Geoffrey.

Olvidas ciertos detalles de mi biografa, si es que alguna vez los conociste, cosa que ms bien dudo. Vaya, ya estamos. Te enfadas, eh? Su Gracia me pidi tambin que te dijera que tengas cuidado con lo que haces. De veras? Te dijo eso? Me siento muy honrado. Sus perros de presa han estado olisqueando por la calle Estrecha, verdad? Oh, Jess Lucifer Belceb Todopoderoso, cmo desprecio y detesto esta maldita isla de mierda.

Supongo que te refieres a que aqu no existe una tradicin decente de pederastia islmica. Aqu todo est encaminado a la formacin de buenas familias catlicas. Adems, podramos decir que es un pas con exceso de pechuga y caderamen. No hay chicos sucios, de cuerpos como navajas rectas y afiladas. Eres un maldito hipcrita dicho sin malicia, y seguido de una risilla.

No hay nada de eso, eh? Debas de acompaarme alguna vez al Pasaje, querido. El Pasaje? Lo que los marineros llaman la calle Estrecha.

Entiendo, entiendo. Salimos al jardn, con sus magnficos muros, anchos y altos, muros construidos por hombres habituados a los cercos. Creo que el arzobispo tena razn al pedirme que te pidiese que mirases lo que hacas dije. Maldito pas de mierda. Mientras bajbamos por un sendero en sombras, viendo cmo jugaban los tres gatos a las emboscadas, dije: Ya sabes, Geoffrey, si realmente no te sientes a gusto S, s, querido.

Percy en las Bahamas estara dispuesto a tenerme, y est Frank palpitando de afecto en Lausana. La vida vicariamente literaria de Geoff Enright, o de la almohada a la oficina de correos entre los maestros expatriados. Apart del camino de una patada una ramita cada y continu:. Pero en fin, creo que he sido un poco dscolo. El correo est muy atrasado, lo s muy bien. Probablemente haya uno o dos cheques de derechos de autor sepultados bajo la basura.

Pero maana por la maana, temprano, a las diez en punto, me levanto sin falta y me incorporo de nuevo a la tarea. Yo saba, por supuesto, perfectamente, por supuesto, que aquella vieja zorra no tena mucho donde elegir y que adems uno poda, querido mo, darse perfecta cuenta de ello.

Porque, sabes, Kenneth aspir y nasaliz mi nombre hacindolo afeminadamente ridculo, yo soy, pese a mis travesuras a menudo totalmente involuntarias, y, en general, profundamente lamentadas, lo que t has afirmado quiz con excesiva frecuencia que no soy.

Quiero decir fiel. Sent de nuevo hormiguear las lgrimas con aquella palabra. Espiritualmente, quiero decir continu; o al menos eso creo que quiero decir. En fin, cmo le llamas t cuando no es slo fsico? Lo otro no importa, en realidad, no? T mismo has sermoneado claramente al respecto, no es as?

Y, corrgeme si me equivoco, pero no proclamaste esta misma tarde que ese asunto estaba liquidado ya del todo? Para ti, quiero decir. Liquidado definitivamente. Habamos llegado ante un ancho muro defensivo cubierto de verde, as que hubimos de rodearlo, viendo entonces a los gatos emboscados desde otro ngulo. Los dos jardineros, el seor Borg y el seor Grima stos parecan ser casi los nicos dos apellidos de Lija , an seguan regando plcidamente. Por qu no echamos al menos un vistazo a las cartas ms importantes despus de cenar?

He procurado siempre, como sabes, ser Caballeroso y cumplidor, s, querido. Pero cenamos fuera. Y va a haber un pastel de cumpleaos, aunque imagino que no con ochenta y una velas. No me acordaba.

No ir. No me siento capaz. No tienes ms remedio, querido. Oh, Dios mo. Y quin de nosotros tiene preferencia segn el protocolo? Un punto interesante, verdad? T eres el ms viejo, por supuesto. Pero l tiene la OM. S, Dawson Wignall tena la OM. Me contempl de pronto en los espejos gemelos de Geoffrey: muy sereno, sin pesar alguno. Willie Maugham, pobre cabrn, siempre haba sostenido que la Orden del Mrito era, en realidad, la Orden de la Moral.

Tres aos antes me haban nombrado, como a l, Caballero Honorfico y luego vi cerrarse ante m bruscamente la puerta de la investidura honorfica oficial. La dignidad de CH es ms o menos lo que un viejo marica como t se merece, me dije. En cuanto al Nobel, ni escriba con la suficiente torpeza ni era lo bastante tendencioso. No estaba, como Boris Dyengizhdat, en cadenas polticas No perteneca yo, como Chaim Manon o J. Raha Jaatinen, a una garbosa nacioncita que, al no poseer recursos estratgicos, haba de tener la compensacin de un gran escritor.

Era yo, adems, siempre lo haban dicho, cnico, nada dado a los sentimientos profundos o a los pensamientos elevados. Pero, an as, mis obras se vendan muy bien.

La oficina de Geoffrey estaba atestada de cartas de admiradores sin contestar. Mi cumpleaos se haba recordado muy aceptablemente. Yo satisfaca una necesidad y, por alguna razn, esto era malo. No lo saba dije hoscamente. Nadie me lo dijo. Tuviste en tus propias manos la nota de Ralph Ovington, querido.

Dijiste muy amable muy amable o una tontera parecida. Se te olvid, comprendes; se te olvidan las cosas. Tengo derecho a algunos fallos. Mira querido dijo Geoffrey. Es un ejemplo clsico delicioso de psicomierdologa de la vida cotidiana. Es Ralph, verdad? Se llama Ralph? Le mir. Curiosamente, era verdad. Curiosamente, porque yo crea tener superado ya a Freud. Haba llegado incluso a soar interpretaciones freudianas de sueos recin soados. Yo haba estado expulsando, en fin, a puntapis de la conciencia el nombre y la nota y la invitacin de Ovington aprovechando una coincidencia onomstica.

Ese negro cabrn dijo Geoffrey sin malicia en el tono. Esa zorra negra. Querido, creo que a tu avanzada edad debes exhibirte realmente lo ms a menudo posible.

Oh, t y yo sabemos que ests vivo y bien y, bueno, estupendo realmente, pero es buena cosa demostrrselo al Poeta Laureado, que es un cotilla consumado. Si no aparecieses, volvera contndolo, no te quepa duda, volvera contando que el viejo maricn est ya casi en el otro barrio, y los peridicos empezaran a preparar las notas necrolgicas.

Terrible cosa, eso. Lanc un hondo suspiro. Muy bien. Descansar un poco antes de vestirme. En el estudio. Dile a Al que me traiga t fuerte y unas pastas.

Te parece prudente, querido? Era la vieja arpa en un coma final, rezumando empalago. Por supuesto que no es prudente. Nada de lo que haga ser ya prudente. En las paredes de mi estudio tena yo una mujer hecha por Willem de Kooning, bsicamente a la sanguina, y uno de los primeros bocetos que haba hecho Picasso para Les Demoiselles d'Avignon, amn de una acuarela de unos feos amantes de Egon Schiele y una composicin abstracta de Hans Hartung.

Tena dos sillas de club de buen cuero, en rojo oscuro, y un sof a juego, anticuado y rechoncho. Tambin libros en estuches de cristal, sobre todo de la variedad de los favoritos muy gastados; la biblioteca principal estaba junto al saln del piso de arriba. Junto a la edicin original Quiller-Couch estaba, ni gastada, ni favorita, la edicin revisada del Oxford Book of English Verse, con el cerdo de Val Wrigley como antlogo.

La baj y me tend en el sof con ella, buscando la inevitable seleccin de poemas de Dawson Wignall. No me importaba mucho lo que encontrase: insular, de un subjetivismo enfermizo, formalmente tradicional, productos de una mente atrofiada. Los temas de Wignall procedan de los servicios religiosos anglicanos de las fiestas de Navidad de su niez, de su pubertad en un colegio privado, de las calles comerciales de zona residencial; de vez en cuando, surgan perversas veleidades de tipo fetichista, aunque sus bobadas sobre bicicletas de chica y tnicas de gimnasia y medias de lana negra quedaban atemperadas por ingeniosas extravagancias de diccin.

Haba sido honrado por el monarca por cosas de este cariz: As arrodillados al pie del altar Comimos la fina, y blanca Hostia del Verbo, Aqu mi castidad estar ms segura, Aqu, pensaba yo, se aplacar el deseo. Pero luego vi que brotaba, tu lengua Para tomar la brizna de alimento de ngel. Cielo santo! Es posible que sienta lo que siento? Yo, mi traje de Eton; t el vestido de fiesta, Navidad, la penumbra, el cartero que llama a la puerta!

Coloqu de nuevo el libro en la estantera y baj el Wh'os Who tambalendome casi bajo su peso. Lo traslad a lo que yo llamaba mi directorioescritorio y lo coloqu sobre el portafolios. All estaba: Wignall, Percival Dawson Su lista de logros literarios era bastante exigua, la escasa produccin era el distintivo de un escritor aristcrata; pero la epopeya autobiogrfica titulada Tendidos en la hierba probablemente fuese el equivalente deshidratado de diez de mis aguadas novelas. Busqu mi propio nombre y me entristec orgullosamente al contemplar toda una columna de superproducciones.

Al llam a la puerta y le dije adelante en espaol. Mientras l colocaba la bandeja del t en la mesita, devolv a su sitio el Whos Who, llevndolo casi a hombros. El aroma era de t Twining de desayuno, que yo tomo a todas horas salvo a la del desayuno; para desayunar tomo Blue Mountain. Al esper mientras yo me serva. Algo le atribulaba, pero le resultaba difcil explicarlo. Deba tratarse de algo metafsico, nada de cuestiones de salario o de mujeres o de condiciones de vida.

Al dijo al fin. Al, Al? Este pas dijo en espaol es catlico, pero se dice Al. S, Al. Las pastas eran Kunzel, importadas en elegantes paquetes de seis.

Era un consuelo estar de nuevo en algo as como suelo britnico. Ellos utilizan para decir Dios la misma palabra que vosotros aad, pero significa la versin cristiana del Todopoderoso.

No la musulmana. Era evidente que esto le preocupaba. Dijo muy nervioso que no haba ms Dios que Al, pero que a Al no se le adoraba en las iglesias, sino en las mezquitas, y que desde luego a Al no le administraban los arzobispos.

En Tnger, dijo, la situacin era perfectamente comprensible. Los cristianos hablaban de Dios. Pero all en Malta, sin embargo, en sus iglesias el arzobispo se lo haba dicho all en el bar, mientras empinaba el codo al modo de los cristianos a Dios le llamaban Al.

Y l no entenda. No es que fuese, por supuesto, como yo bien saba, lo que uno llamara un hombre religioso. Pero la situacin que vea all le pareca muy rara. A l le haban enseado de muchacho que no haba ms dios que Al, y los cristianos de Tnger le haban. Pero aquellos cristianos malteses decan igual que los musulmanes que no haba ms Dios que Al. En las iglesias. Era una situacin muy extraa.

Adems, era lo que podra llamarse una mala situacin. Para que yo pudiera entender esto en la debida forma, Al me proporcion todos los modos posibles de expresarlo en espaol. Mala malvada - maligna - aciaga. Yo haba tomado ya mi tercera pasta Kunzel; bastaba. Dije: En otros tiempos, Al, en las iglesias catlicas de todo el mundo utilizaban el nombre latino Deus.

Pero ahora tienen lo que se llama la versin verncula, pues la gente normal no sabe latn. En las mezquitas de todo el mundo dicen Al, pero en las iglesias catlicas de todo el mundo utilizan la palabra verncula.

En servocroata Bog, en finlands Jumala, creo, y en swahili, y eso lo s, Mungu. Ahora bien, aqu en Malta el idioma es una especie de rabe, aunque utilicen el alfabeto de los romanos. Y la palabra Dios es igual en rabe y en malts: Al.

Ha quedado moderadamente claro? Estaba claro, dijo, pero pareca una cosa mala. Aun as, era de suponer que los hombres importantes arzobispos, etc. Luego, cambi de tema sacando del bolsillo de su chaqueta blanca un paquetito y entregndomelo tmidamente. Era un pequeo regalo de cumpleaos, dijo. Control mi inestabilidad emocional preguntndome por qu no me lo habra dado antes.

Quiz porque saba que Geoffrey hara algn comentario burln al respecto y aqul era el primer momento del da en que me haba encontrado solo. Gracias, Al, muchsimas gracias dije, desenvolviendo el paquete. Era bastante horrible, desde luego, para los criterios de los burlones del mundo: un encendedor de metal barato con una cruz maltesa incrustada.

Muy bonito dije. Al esper. Lo prob y funcionaba. Saqu un cigarrillo y lo encend. Maravilloso dije, tras una profunda inspiracin. Le da un sabor especial al tabaco.

Satisfecho, cabece y se fue, diciendo algo con Al en medio, quizs adecuado para un cumpleaos. En fin. Sus reformas estaban inquietando hasta a Al. Me tend en el sof y segu acortando mi vida y sosteniendo el regalo de Al como una prueba de fe; lo que no resultaba inadecuado, considerando la cruz maltesa.

Pens en mi hermano Tom, que haba fumado tres cigarrillos en toda su vida y haba muerto de cncer de pulmn a los cuarenta y cuatro aos. Tommy Toomey.

Con un nombre as, estaba destinado a consagrarse como cmico profesional, y le haba ido bastante bien, sobre todo en la radio inglesa de los aos treinta.

Pero la tos se convirti en una traba cada vez mayor para su aguda, brillante y algo estridente actuacin. Los cmicos de la vieja escuela demtica, como George Formby Sr. Su especialidad haba sido la remodelacin surrealista de la literatura inglesa, lo cual presupona un pblico de cierta cultura.

Este tipo de pblico estaba dejando de existir cuando las toses de Tom en escena o en el estudio empezaron a hacerse incontrolables. Haba vivido lo mejor de su vida cuando le lleg la muerte, y lo saba. Muri en la fe en un hospital cerca de Hendon, tras haber intentado bromear pocas horas antes, hablando de un lugar especial en el purgatorio para los cmicos catlicos britnicos.

Muri con algo en la mano Met el regalo de Al en un bolsillo del pantaln. Pens que a Tom le resultara ms fcil salir del purgatorio si la escatologa de la Iglesia del gordo Carlo, ya muy menoscabada, an admita su existencia con un santo ms en la familia; o, debera decir ms concretamente, si tena a un santo por hermano del marido de su hermana.

Luego, tras extinguir mi acortador de vida, sabore una siesta de anciano. La residencia del representante del Consejo Britnico estaba en una zona de Lija ms tranquila y quiz ms patricia que la ma.

Geoffrey, que, encorbatado y enchaquetado, iba sentado junto a Al, que conduca, lo coment, aadiendo que toda aquella isla de mierda era una mierda absoluta y que la odiaba. En cuanto llegamos, le dijimos a Al que volviese al cabo de dos horas y luego Geoffrey llam al timbre de la puerta y recompuso la expresin hosca de su rostro, que ya no adornaban espejos gemelos, en una resplandeciente vacuidad.

Aparecieron el representante del Consejo Britnico y su esposa. La seora Ovington era una mujer rubia y grande con un vestido largo a rayas caramelo , la cara bronceada y arrugada. El bronceado y, en cierta medida, las arrugas, eran como una ensea de largos servicios en otros puestos ms soleados e insulsos del mundo.

Haban estado un par de aos en Varsovia y all les haban dicho que iban a enviarles a Pars; pero en vez de eso haban ido a sitios como Beirut y Bagdad.

Las arrugas tambin podan atribuirse al prolongado hbito profesional de la falsa sonrisa. Ovington, a quien le caa sobre la frente un mechn sol-y-tabaco-descolorido de garan, era tambin un sonreidor, aunque slo con los dientes, de formas y colores diversos y, normalmente, como en aquel momento, con una slida pipa Dunhill entre ellos. Me saludaron con risas y gritos de As que has venido y Qu alegra, pero sin felicitarme.

No eran unos desconocidos para m. Haban presidido la semana de los escritores que se me haba pedido inaugurar, doce aos atrs, en Sydney. Sydney se consideraba un verdadero chollo en el Consejo Britnico, pero Ovington no haba llegado a entenderse con los australianos.

Haban ido a verme, adems, cuando me establec en Malta, con Qu alegra y un tarro de mermelada casera de limn y naranja aromatizada con coac. Era una buena mermelada que an no haba acabado. Eran buena gente. Ann Ovington se detuvo teatralmente arrugando la cara e hizo un aparte conmigo en el patio de entrada.

Tenemos un problema horroroso dijo rpidamente. Pero s que t puedes entenderlo y l no. Me refiero a Sciberras, el poeta malts. Tenamos que invitarle para presentarle a Dawson, y resulta que se equivoc de direccin al salir del retrete y fue a dar a la cocina y vio esa tarta condenada. Entonces dijo que qu amables y qu considerados y dems. Al parecer, hoy tambin es su cumpleaos, adems del tuyo, y no sabe que es el tuyo, feliz cumpleaos, por cierto, y Yo ya se lo he advertido a todos los dems No quiero dejarle eso a Ralph, tardara toda la noche en explicrselo.

En fin, s que sabrs captar el aspecto cmico del asunto. Es material para un relato corto. Desde luego dije. Consider el asunto, aunque con tristeza, realmente como material de cuento corto. Si hubiese sido mi poca de escritor afanoso, me haban entrado deseos de irme con aquella semillita de relato, dejando la fiesta, sabiendo que lo que inventase sera mucho ms entretenido y, en cierto modo, ms veraz que la realidad inminente.

Y este seor Me conoce? Quiero decir si conoce mi obra. No creo. Ya sabes cmo es esta gente. Una tarea del Consejo Britnico. Qu razn tienes. No hay ninguna seora invitada, por cierto. Salvo la novia de John. Espero que no haya problemas por este lado. Por qu, cmo, qu Tu Geoffrey dijo algo sobre reunin de gigantes de la literatura y nada de absurdos disparates de simetra sexual. Document Information click to expand document information Description: Biografia.

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